Hay dos definiciones sobre el fenómeno adictivo que tienen algún parecido, porque tocan esencialmente los dos polos de la relación psicoterapeuta-paciente.

1) La drogadicción es un fenómeno clínico que trunca las ambiciones de curar de los especialistas. Es algo todo-poderoso frente a la acción siempre limitada del profesional

2) La drogadicción representa una fase específica, una transición entre la fase psicótica primitiva y la fase psiconeurótica ulterior del desarrollo. La situación representaría una transición entre el sadismo externalizado y amenazante del sistema paranoide y el sadismo actual internalizado de un sistema melancólico

Asímismo tomando otros autores, podemos designar ciertas características del sujeto drogadependiente de la siguiente manera:

1) In especificidad de la persona subyacente

2) Desorganización psicótica-fronteriza

3) Sentimientos de culpa unidos con mecanismos maniaco-depresivos.

4) Perturbaciones narcisistas con una baja autoestima

5) Fallas en la simbolización y elaboración psíquica. Carencia de elaboración y una notoria falta de simbolización, las cuales están compensadas por un actuar de índole compulsiva que tiende a reducir el dolor psíquico por el dolor más corto.

6) Atrape masoquista

7) Fantasía de fusión con un objeto ausente

8) Regresiones melancólicas o paranoides

9) Precariedad psíquica, debilidad yoica, fragilidad del self.infantilismo.

 

Aun coincidiendo con las características descriptas, creo que estas son comunes a otras patologías más o menos graves, y de ahí lo difícil del trabajo clínico.

Las comunidades terapéuticas han simplificado y pragmatizado muchas de estas características, y más bien se define al sujeto adicto como alguien a quien la vida le fue imposible de sostener y fue perdiendo sus vínculos más cercanos y de los otros hasta encontrarse en una soledad imposible de soportar, merced al uso indiscriminado y compulsivo de drogas.

Este sujeto es producto, a mí entender, de un entrecruzamiento de vectores, a saber: individual, familiar y social. Con esto se quiere expresar que la problemática no pasa por lo individual, lo familiar o lo social, sino que es la concreción de ese encuentro el “productor”  y “producto” al mismo tiempo. Esto, que podría parecer un juego de palabras merece a mí entender un examen con sumo detenimiento. Si nosotros dijéramos que el sujeto adicto es la suma de lo individual mas lo familiar mas lo social, estaríamos cerrando el análisis. Creo que eso es lo que a veces nos hace equivocar pensando que un individual tal con una familia más o menos equilibrada y en un medio social no demasiado deteriorado, podría ser menos grave que otro donde los tres espacios fueron esencialmente deteriorados. A modo de un compuesto químico donde los elementos primarios que lo componen no tienen “nada” que ver con el compuesto secundario. No existe relación posible visible que pueda mediar como proporción entre lo primario y lo secundario. Esta óptica del tema tiene la ventaja, para la mirada atenta del psicoterapeuta, de poder “dejarse sorprender” sin previo análisis de los elementos primarios (lo individual, familiar o social).

Sostengo esto sin olvidarme el riesgo de esta afirmación, pues se de la mirada casi matemática” que parece aliviarnos el arduo trabajo psicoterapéutico con drogadependientes.

Ahora bien, si esto fuera cierto, nuestro trabajo carecería de parámetros previos que nos simplifiquen la tarea, y esto produciría una ceguera terapéutica muy difícil de soportar para el psicoterapeuta.

Esta ceguera es la que nos hace angustiar, frustrar y, muchas veces, “errar el paso”. Por supuesto, no faltara el negador que afirme que esta ceguera es producto de un trabajo mal realizado. Lamentablemente, casi siempre este tipo de afirmaciones termina haciendo “recaer” esta ceguera en el propio paciente. De lo que se trata, a mi entender, es de compartir la ceguera con el fin de alcanzar un camino que no será fácil, pero si posible, si no se transita solo.

Muchas veces la omnipotencia de “nuestra profesionalidad” nos hace ver donde no hay y viceversa. Muchas veces también lo psicopatológico nomina para poner distancia entre el psicoterapeuta y su paciente, hecho este que si bien en cualquier tipo de patología es grave, en el trabajo con drogradependientes lo es más aún.